Podemos decir que la estimulación cognitiva son todo el conjunto de actividades o herramientas de que disponemos para tratar de potenciar los procesos cognitivos, la atención, la memoria, el lenguaje, para intentar frenar el posible deterioro que esté ocurriendo.
Cuando pensamos en estimulación cognitiva se nos vienen a la cabeza esas fichas que todos hemos visto alguna vez de lápiz y papel, que muchas veces no son particularmente motivantes. Pero hay más cosas.
A partir de ahí, si acudimos a un neuropsicólogo, será capaz de diseñar una rutina diaria que incluya todas las herramientas de que disponemos para, por decirlo de alguna manera, mantener en forma el cerebro y que se adapte a nuestro a nuestro estilo de vida y las preferencias.
Caminar
Por ejemplo, caminar. Además de todos los beneficios conocidos, parece que tiene efectos positivos directos sobre la sobre la memoria. Caminar un paseo de 45 minutos una hora puede ser suficiente.
Relaciones sociales
Parece que las relaciones sociales, las personas que tienen mayores interacciones sociales, sus neuronas tienen más conexiones. Sus procesos cognitivos funcionan mejor, de manera que es un aspecto importante a potenciar.
Actividades cotidianas
Por otro lado, las actividades cotidianas como momentos del día: asearse, el vestirse, el comer. Son momentos del día en que ponemos en práctica estos procesos cognitivos. Si, como es frecuente, algún familiar hace esas tareas por nosotros, evita que pongamos esos procesos cognitivos en funcionamiento en esos pequeños momentos del día. De manera que, si todas estas cuestiones son importantes siempre en cualquier cualquier programa de estimulación cognitiva, cuando encontramos un paciente que no quiere hacer otro tipo de tareas, bueno, en estos casos, cobran una relevancia mayor.
El Caso De Benjamín
Por ejemplo, ponemos un caso cercano, el de Benjamin, a quien con la ayuda de un neuropsicólogo, se le diseñó un día a día cumpliendo todas estas características. Por la mañana salir a dar un paseo de una hora con su cuidador, que luego además repetía. Por la tarde se apuntó a clases de pintura en el Ayuntamiento. De manera que, además de lo estimulante para la memoria que puede ser este tipo de actividades, es una actividad que se hace en grupo. Conoce a otras personas, personas que frecuentemente son del mismo barrio y de hecho en este caso quedaban luego por las tardes cada día para para merendar. De manera que de una manera muy sencilla hemos incrementado las relaciones sociales de este paciente.
Además, intentamos que su rutina diaria fuera más activa, en lugar de estar la mayor parte del tiempo viendo la tele, como suele ser habitual. Meter pequeñas tareas que pueda llevar a cabo, sea poner la mesa, poner el lavavajillas, ayudar un poquito en la preparación de la comida. Además, como una actividad cognitivamente más demandante, le solicitábamos que preparara un menú para el día siguiente, a partir del cual había que generar una lista de la compra para comprar todos los ingredientes.
Y luego, de hecho, durante el paseo diario llevaba a cabo esta esta compra.
Además, le pedíamos que durante esa actividad implementara las estrategias de recuerdo de elementos que entrenaba con su neuropsicólogo en la consulta. Son todo actividades que nos sirve para potenciar los procesos del cerebro y que no parecen estimulación cognitiva de cara al paciente.